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De Craiova a Cancún, bandidos globales de cajeros automáticos

El Tiburón comanda una de las organizaciones del crimen transnacional más relevantes en México; por años se han dedicado al fraude y la estafa. Ahora están la mira. 

Por OCCRP, Quinto Elemento Lab, MCCI y Rise Project
Ilustración: Medioto

3 de j unio de 2020

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ara el tejano Rod W. y su familia, eran unas vacaciones más que necesarias. Y qué lugar podía ser mejor que el sol y las cálidas arenas de Playa del Carmen, epicentro turístico de la Riviera Maya. La zona ha sido durante mucho tiempo un destino popular para los estadounidenses, donde pueden evitar la criminalidad y la violencia de los cárteles que controlan parte de México.

Al menos, eso pensaba la familia.

Al final de un día soleado, Rod se antojó de un habano, para acompañar su cena. Salió del restaurante para sacar efectivo en uno de los muchos cajeros automáticos que están en la zona.

En solo 15 minutos, los ladrones sacaron más de 800 dólares de su cuenta. Él lo notó de inmediato. Dice que tenía activado un sistema de alertas en su celular, que le notificaba cualquier transacción superior a 250 dólares.



"De repente fue 'boom’, 'boom’, 'boom'. Creo que estaban en dos o tres lugares diferentes, haciéndolo al mismo tiempo" dijo Rod.

Rod había sido cuidadoso. Pensó que sabía cómo reconocer un cajero adulterado.

Pero esta máquina no tenía un skimmer aparente, con una luz intermitente sobre la ranura de la tarjeta. Y, además, llevaba la marca de un respetado banco mexicano. No podía saber que un software, instalado en el cajero, se encargaba de hacer el skimming.

Rod, que pidió que su apellido no fuera publicado, no fue el único en perder su dinero.  Miles de turistas se han enfrentado al mismo problema desde 2012, cuando un grupo de criminales liderado por rumanos convirtió Cancún en su base de operaciones y empezó a adulterar docenas de cajeros en la zona.

OCCRP los apodó la banda de la Riviera Maya, robaban sistemáticamente números de tarjetas bancarias y luego los copiaban en tarjetas de plástico virgen. Después, uno de los miembros de la banda se encargaba de sacar el dinero de un banco en otro lugar del mundo. 

Pero su historia comenzó en un lugar muy diferente a los cielos soleados y azules de México. 

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El panorama de la ciudad natal de Florian Tudor, Craiova, Rumania. Fotografía: OCCRP

El Tiburón
En el suroeste de Rumania, a sólo dos horas en auto de la frontera con Bulgaria y a dos horas de Serbia, se encuentra la región de Oltenia. Aquí, en el corazón agrícola de Rumania, está la ciudad de Craiova. En el medioevo fue un importante centro del principado de Valaquia y ahora es una ciudad aletargada de 300,000 habitantes.

Al entrar a la ciudad, los campos de maíz y trigo dan paso a bloques de viviendas de la época comunista y fábricas abandonadas. 

Pero en Craiova hay dinero. Al acercarse al centro, empiezan a surgir elegantes, modernos y lujosos inmuebles. Aquí ha prosperado el crimen organizado, alimentado por una corrupción local endémica, que en gran medida ha escapado al escrutinio serio estatal. 

Esta es al ciudad natal de Florian Tudor, un hombre de negocios de 43 años y, según las autoridades rumanas, el líder de la banda de la Riviera Maya. Ésta, de acuerdo a la policía y a un exintegrante, cuenta con unos 1,000 miembros. Varios de los edificios más nuevos de la ciudad son inversiones que vienen de las operaciones de skimming de Tudor, afirma la policía.

A diferencia de muchos de los miembros de la banda, que tienden a ser musculosos, estar tatuados e ir cuidadosamente afeitados, Tudor es más discreto. Su pelo rizado es corto, tiene una complexión normal. No es difícil imaginarlo mezclándose en una multitud.

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Florian Tudor en una rueda de prensa en su casa en marzo de 2020, en la cual afirmó que la policía lo robó y lo torturó. Fotografía: OCCRP

Su pasado es turbio. Fue una vez presuntamente detenido y deportado de Italia, aunque los cargos no son del todo claros. En 2008 y 2009, las autoridades rumanas parecen haber iniciado procesos penales contra él, que no finalizaron en nada. Sus antecedentes en Rumania, investigados por periodistas de OCCRP, parecen limpios.

Sin embargo, a partir de enero de 2020, la policía rumana empezó a investigarlo por dirigir un grupo de delincuencia organizada. La policía mexicana también lo tiene en su punto de mira.

La Dirección de Investigación del Crimen Organizado y el Terrorismo de Rumania (Diicot) alega que Tudor ordenó a amenazar, golpear, chantajear y asesinar a enemigos de la banda, incluyendo exintegrantes con los que se disputó. Tudor, que todavía está basado en México, niega estas acusaciones.

"No soy un criminal y nunca lo seré", dijo Tudor en un intercambio de correos electrónicos con OCCRP. "Nunca he matado a nadie y nunca he ordenado que maten a nadie". 

Tudor afirma que es un empresario legal, víctima de autoridades corruptas de Rumania y México, sobornadas por criminales. También, acusa a la policía mexicana de haberle robado. Y señala que los reporteros de OCCRP son aliados de estas autoridades corruptas.

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Una vista aérea de la playa de Cancún. Fotografía: OCCRP 

De Craiova a Cancún
No está del todo claro cómo arrancó la banda de la Riviera Maya, pero una porción de las personas afiliadas a Tudor parece haber construido un exitoso negocio de skimming.

Los skimmers son dispositivos que se pueden introducir en un cajero automático y usar para leer la banda magnética de las tarjetas bancarias. Mientras tanto una pequeña cámara graba el momento en que la persona introduce su clave. Armados con esta información, los delincuentes pueden clonar la tarjeta de la víctima y usarla para compras o para sacar efectivo.

Antes de 2014, Tudor se mudó a la Riviera Maya, donde lo conocen como el Tiburón. Varios coterráneos de Craiova le siguieron los pasos.

Uno de ellos era Adrian Tiugan, de 36 años, un matón de poca monta que se hacía llamar Mufa o el Jack.  Antes de unirse al Tiburón en México, trabajó con un grupo que plantó skimmers en Italia y el Vaticano. Pero las autoridades rumanas lo detuvieron y en 2012 lo condenaron a dos años y medio de prisión.

Pero eso no disuadió a Tiugan. Tras cumplir con un período de prisión preventiva, lo liberaron con suspensión de pena. La única condición era que permaneciera en su natal Craiova y se reportara con la policía con regularidad. En lugar de eso, abandonó el país.

En diciembre de 2013, Tiugan reapareció en las oficinas de registro empresarial de Cancún. Estaba allí para crear Top Life Servicios, una compañía comercial que se convertiría en el pilar del imperio empresarial de Tudor. Su objeto era instalar y administrar cajeros automáticos en México.

Tiugan registró las compañías bajo el nombre de Paul Daniel Ionete, un rumano de Craiova conocido por los miembros de la banda. Para probar su identidad, Tiugan usó un permiso de residencia mexicano y un pasaporte temporal rumano falsificado, que llevaba la foto de Tiugan y el nombre de Ionete. Este documento muestra una vigencia de cinco años, aunque los pasaportes temporales rumanos sólo son válidos un año.

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El pasaporte falsificado con el nombre "Paul Daniel Ionete" (izquierda) y la tarjeta de residencia temporal mexicana de Adrian Tiugan (derecha). Fotografía: Sergi Brega/OCCRP

No hay evidencias de que Tiugan haya tenido problemas con las autoridades locales, a pesar del pasaporte falso y de que Rumania emitiera una orden internacional de captura, después de que no se presentara ante la policía de Craiova.

En un email a OCCRP, Tudor refutó el hecho, argumentando que él, su hermano y sus socios no usan identidades falsas porque "no tenemos nada que ocultar".

Tiugan se unió a otros rumanos ligados al Tiburón, que habían estado en Cancún desde 2012 y posiblemente antes. Interceptaciones telefónicas adjuntas a la sentencia de Tiugan, incluyen conversaciones entre miembros de la banda, que hablan de amigos que fueron arrestados en 2009 por manipular cajeros en México.

Cancún, con más de siete millones de turistas extranjeros al año, era el lugar perfecto para lanzar una lucrativa operación de skimming. La constante afluencia de visitantes, que se quedan días e incluso semanas, garantiza un suministro permanente de tarjetas bancarias robadas de bancos del mundo entero. Y más tarjetas es más dinero.

En los años setenta Cancún arrancó como un complejo turístico en una isla plana, de 21 kilómetros de largo, en forma de L, frente a la costa de la Península de Yucatán. El resort, inicialmente respaldado por el gobierno, comenzó lentamente, pero desde entonces se convirtió en un núcleo turístico que cubre casi toda la isla y parte del continente. Se convirtió en la región más visitada de México y en un mar de tranquilidad en medio de una tierra violenta.

A las afueras de Cancún se encuentra la Riviera Maya, una región caribeña que se extiende hasta Tulum, en el sur. La zona ofrece un clima cálido todo el año, un mar turquesa y arena blanca. Los turistas también pueden visitar los cenotes en la selva, así como ruinas mayas. Hay también reservas naturales, una cocina condimentada, hoteles de alta gama ubicados en canchas de golf de clase mundial. Las noches se alimentan de tequila y mezcal. 

Es inteligente enfocar operaciones de skimming en zonas turísticas si se hace bien. Y la banda de la Riviera Maya así lo hizo. Con frecuencia esperaban meses antes de retirar dinero con las tarjetas fraudulentas y casi siempre las usaban en zonas alejadas de donde las robaron o de donde vivían las víctimas. Los skimmers y recaudadores de la banda operaban en lugares tan lejanos como Indonesia, India, Barbados, Granada, Paraguay, Brasil, Japón, Corea del Sur y Taiwán.

Así, las víctimas tenían más dificultades para conectarlos robos con sus vacaciones mexicanas. E incluso si lograban hacer el vínculo, Cancún y la Riviera tienen tal cantidad de cajeros que es poco probable que pudieran localizar la máquina exacta donde les clonaron su tarjeta. 

Cuando Tudor se mudó a Cancún, algunos miembros de su familia lo siguieron, incluyendo a su hermanastro, Adrian Enachescu, de 33 años. En 2015, Enachescu se convirtió en accionista de Top Life junto a Tiugan.

Registro

Un extracto de Top Life Servicios, del registro comercial de Cancún, muestra el cargo de Adrian Enăchescu en la empresa. 

 

 

Tudor también trajo a Ion Damian Nedescu, de 49 años, un empresario y filántropo de la ciudad portuaria rumana de Constanza. Nedescu era un empresario exitoso, que había caído en dificultades financieras. No está claro cómo se conocieron, aunque la novia Nedescu de ese entonces era de Craiova y podría haberlos presentado. 

En Rumania Nedescu era conocido por su historia inspiradora por los esfuerzos que hizo para ayudar a su hijo y a otros niños con autismo. En febrero de 2014 Nedescu se hizo con el 20 por ciento de las acciones de Top Life y se convirtió en representante de la empresa.

La banda empezó a elevar su nivel dedicándose a actividades nuevas y más sofisticadas. Top Life se convirtió en la cobertura perfecta, dándole a sus actividades un barniz de legitimidad. El equipo de Tudor seguiría instalando skimmers en cajeros ajenos, pero se dieron cuenta que las estafas podrían ser aún más eficaces si eran dueños de sus propias máquinas.

Registros judiciales conocidos por OCCRP muestran que la banda empezó a comprar cajeros chinos, incluyendo de las marcas Triton y Hyosung. Lo que hicieron fue hackear sus procesadores e instalar su propio software, diseñado a medida para capturar datos de tarjeta bancaria.

Enachescu se involucró con otras compañías dirigidas por la banda, incluyendo Intaller que, entre otros negocios, compraba y vendía cajeros nuevos y usados.

Pero la banda de la Riviera Maya no se detuvo ahí. En otro movimiento audaz, en 2014 lograron un acuerdo con Multiva, un respetado banco mexicano. Los cajeros que pertenecían a Top Life irían con el logo de la institución financiera.

Nedescu le ayudó a la banda a instalar cajeros con la marca Multiva en la Riviera Maya. Su nombre y su firma se pueden ver en un acuerdo para instalar una de las máquinas del grupo en un restaurante Tulum, otro enclave turístico.

Para 2017, Top Life operaba más de 100 cajeros automáticos con la marca Multiva a lo largo de la Riviera Maya y en otros sitios turísticos de México. Cada día, los turistas, que entre todos acumulaban decenas de millones de dólares en sus cuentas, introducían sus tarjetas en las máquinas del grupo. Pero la banda no era codiciosa.

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Uno de los muchos cajeros Multiva en Playa del Carmen. Fotografía: OCCRP

Un exintegrante, que se convirtió en testigo de la fiscalía rumana, describió en una declaración firmada de marzo de 2019, cómo trabajaba Top Life Servicios: "Controlamos alrededor de 100 cajeros con chips instalados en ellos... En promedio, cada máquina copiaba cada mes unas 1,000 tarjetas. Retirábamos alrededor de 200 dólares de cada una de estas tarjetas. 20 millones de dólares retirados cada mes".

Recordó que tenían 20 cajeros en Puerto Vallarta, cuatro en Baja California, 24 en la isla de Cozumel, 30 en Playa del Carmen, cinco en Tulum y tres en el centro comercial Las Américas en Cancún.

Top Life Servicios terminó generando ingresos de 240 millones de dólares anuales, libres de impuestos. Eso convirtió la banda de la Riviera Maya en una de las operadoras de skimming más grandes del mundo, con cerca del 10 por ciento del total global manejado por sus miembros.

El exintegrante de la banda dijo que la organización creció hasta tener unos 1,000 miembros, con un núcleo de unas 50 personas cercanos a Florian Tudor.  

Para manejar esos ingentes beneficios, la banda creó en 2015 la Inmobiliaria Investcun, a cargo de Enachescu, el hermanasatro de Tudor. La compañía invirtió millones del grupo en propiedades en México. La banda construyó su sede, una imponente mansión de varios pisos con piscinas en la azotea y ascensores, en un terreno que Investcun compró en en una zona privilegiada de Cancún.

Para 2019 la empresa también estaba involucrada en el desarrollo de un proyecto residencial y de golf en Puerto Morelos, un destino turístico entre Cancún y Playa del Carmen.

Otras compañías mexicanas controladas por Enachescu incluyen Alto Mundo, una empresa de gimnasios y ropa deportiva; Mexrou, una sociedad de importación y exportación; Intacarrent, que alquila y repara vehículos; y Brazil Money Exchange, que tiene oficinas a lo largo de la Riviera Maya.

El Tiburón era accionista de Intacarrent y de Brazil Money Exchange y tenía un poder general sobre Inmobiliaria Investcun. También era administrador de Europe Invest, otra empresa con sede en Cancún que usaba para inversiones en bienes raíces.

Hasta al menos 2016, Nedescu, que no tiene antecedentes penales conocidos, le dio la bienvenida a nuevos reclutas en Cancún, en general técnicos expertos rumanos contratados por la banda. Luego, según declaraciones de antiguos miembros de la banda, el Tiburón lo mandó a que se encargara de la parte estadounidense del negocio.

Tudor no respondió las preguntas específicas sobre las acusaciones de actividad criminal, sólo dijo que no era un criminal y que estaba siendo perseguido por fiscales rumanos y la policía mexicana.  Aunque OCCRP trató de contactar a otros miembros de la banda, estos no contestaron.

Nedescu dijo que no podía responder las preguntas, pues hay una investigación en curso sobre la organización de Tudor.

"Hasta que terminen las investigaciones realizadas por los órganos competentes, me permitiré no expresar mi opinión. Gracias por su comprensión", dijo.

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Una vista aérea de Cancún, donde el periodista Brian Krebs encontró muchos cajeros automáticos que enviaban una señal de Bluetooth usada por los delincuentes. Fotografía: OCCRP

Atención no deseada
Mientras la banda obtenía grandes beneficios, empezó a tener otros problemas. Después de estar varios años fuera del radar, su actividad salió a la luz por primera vez en septiembre de 2015, cuando el periodista estadounidense Brian Krebs publicó una historia sobre su negocio.

Krebs es un exreportero del Washington Post, especializado en temas de seguridad en Internet. En 2015, mientras la banda de la Riviera Maya construía su infraestructura en México, un técnico le avisó que estaba trabajando para una empresa de cajeros automáticos. 

“Escuché de un técnico de cajeros automáticos en México que se le habían acercado unos tipos de Europa del Este que le ofrecieron hasta 6,000 dólares al mes... La fuente dijo que estos tipos habían usado dispositivos Bluetooth que implantaron en los cajeros automáticos”, dijo Krebs.

Sin que Krebs lo supiera en ese momento, su fuente le hablaba de dispositivos de Bluetooth y skimming que fabricó Cristian Simion, un técnico rumano contratado para trabajar en la banda. Este hombre había hallado una manera de usar la tecnología para transmitirle a los delincuentes números de tarjetas bancarias robadas directamente desde los cajeros adulterados.

El periodista tomó un avión y voló México. No fue difícil encontrar cajeros en Cancún, Playa del Carmen e incluso en el Aeropuerto Internacional de Cancún que emitían un enlace Bluetooth llamado free2move.

De vuelta a Estados Unidos, Krebs publicó en su blog la historia sobre el skimming con el sistema Bluetooth en México. En sus artículos mencionó le dijeron que una banda de Europa del Este estaba detrás de la trama.

Cuando Tudor se enteró de la historia, se puso furioso. Contactó por la aplicación Viber a Constantin Sorinel Marcu, uno de sus hombres y le ordenó que cerrar todas las operaciones.

Chat de mayo de 2015 entre Florian Tudor y Sorinel Marcu:

El Tiburón: KREBS-ON-SECURITY.COM. Mira esto (…) Mira el video y todo lo demás…Hay dos episodios. Hicieron una telenovela

Marcu: Lo veo. Esto es malo.

El Tiburón: Nos destruyeron. Ya está. Chinga su madre. Cierra todo (…) Diles que los voy a matar.

Marcu: Ok. Yo puedo matarlos, en cualquier momento, a cualquier hora.

El Tiburón: Están revisando todos los cajeros. Incluso en los bancos. Hallaron más de veinte.

Marcu: Que?!? Los descubrieron. Ya??

Simion, el técnico que fue miembro de la banda, es ahora es un testigo protegido. Les explicó luego a fiscales rumanos que el Tiburón convocó a los miembros de la banda en la sede de la empresa y les dijo que extrajeran temporalmente los chips de cerca de 10 de los 25 a 30 cajeros que pertenecían a otros bancos o compañías.

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La lápida de Sorinel Marcu. Fotografía: OCCRP

El hombre muerto
Por incómodas que fueran las revelaciones, la policía nunca les hizo seguimiento y la banda rápidamente volvió a sus operaciones normales. Continuó expandiendo su red de cajeros en México gracias a su acuerdo con Multiva.

Entre tanto, el Tiburón trabajaba con un importante grupo de “recaudadores”, que viajaban por el mundo sacando efectivo con tarjetas clonadas.

Sin embargo, el año que Krebs sacó su investigación, un problema mucho más grande se estaba cociendo. Uno que provocaría una disputa entre la banda y la policía mexicana. 

Marcu era uno de los hombres de confianza del Tiburón. Un matón, un amigo de Craiova, alguien que le ofreció a su jefe matar “en cualquier momento, a cualquier hora”. Fugitivo de la justicia rumana, Marcu llegó a México en 2014 para trabajar con el Tiburón. Había apuñalado un hombre en Craiova, pero huyó del país antes de que lo condenaran por intento de homicidio. Al igual que en el caso de Tiugan, tenía una orden de captura internacional, pero las autoridades mexicanas nunca lo molestaron.

El Tiburón le encargó a Marcu garantizar la seguridad de los cajeros de Top Life, más que todo en Playa del Carmen. Las máquinas de la banda se alineaban sobre la Quinta Avenida, la principal calle peatonal de la ciudad, donde cada año millones de turistas disfrutan de sus bares, restaurantes y discotecas.

En Rumania el Tiburón y Marcu tenían una relación muy estrecha. Rebeca Tudor, la esposa rumana del Tiburón, era madrina de la hija de Marcu y las familias se veían regularmente. Videos obtenidos por OCCRP muestran al Tiburón celebrando el cumpleaños de Marcu en un club. Los dos hombres brindan y se menean al ritmo de música rumana. Otro video muestra a Marcu en el cumpleaños de uno de los hijos del Tiburón.

Sin embargo, un año después de que Marcu se uniera al Tiburón en México, tensiones empezaron a surgir. Integrantes de la banda que son ahora testigos señalaron que Tudor le tenía envidia al éxito de Marcu con las mujeres. Y Marcu no estaba satisfecho con la cuota  que recibía del negocio del skimming.

Después las cosas se pusieron feas.

Una serie de capturas de pantalla de celulares, obtenidas en documentos criminales, muestran a Marcu y Tudor intercambiar insultos en mayo de 2015.

Tudor confrontó digitalmente a Marcu, enviándole un video de WhatsApp que lo muestra saboteando cajeros de la banda, untando pegamento en el lector de tarjetas para volverlo inutilizable. Se amenazaron mutuamente durante más de una hora.

Marcu se quejaba porque afirma que proporcionó la fuerza que permitió eliminar los enemigos y la competencia del Tiburón.

El Tiburón dijo que alimentó la familia de Marcu durante el último año y lo salvó de sus problemas legales en Rumania.

Florian Tudor: Te salvé de tu tumba y te alimenté a ti y a tu familia.

Marcu: Te saqué de la mierda. Porque todos se burlaban de ti. Limpié la playa para ti.

Florian Tudor: OK gracias.

Marcu: Y luego buscabas razones para deshacerte de mí. ¡Estás loco! No olvides que tu fin vendrá de mí.

El Tiburón le indicó a los miembros de la banda que cortaran relaciones con Marcu. El 2 de abril de 2018, cuatro matones atacaron a Marcu frente a una oficina de DHL en Cancún. A Marcu le sacaron luego el bazo en un hospital local. En Rumania, el Tiburón y los tres atacantes fueron acusados por intento de homicidio. 

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Una foto de Sorinel Marcu tomada en el hospital después de haber sido atacado frente a una oficina de DHL en Cancún. Fotografía: OCCRP

Los mensajes intercambiados muestran que después de la agresión en el DHL, Marcu quería vengarse.

“Estaban siguiendo mi auto y yo como un tonto, sabes que no corro. Los vi y pasé justo al lado de ellos", escribió en un mensaje WhatsApp a alguien que no ha sido identificado. "Que se joda su familia. Escapó a cinco balas, pero esta vez este hijo de puta no se escapará"

Pero Marcu nunca pudo vengarse. Dos meses después, el 11 de junio, le dispararon en la cabeza. Las circunstancias de su muerte no son claras. Testimonios entregados a autoridades rumanas, así como su hermano y sus padres dicen que lo asesinaron en otro lugar y que luego su cuerpo fue trasladado frente al cuartel general de la banda. Dicen que ahí armaron una escena para que pareciera que fue asesinado mientras atacaba la banda.

Tudor negó esta versión.

"Esa noche yo, mi familia y mis trabajadores estábamos comiendo cuando oí un choque y unos gritos muy fuertes de [el pariente de Tudor] Gabriel [Alin Stroe] pidiendo ayuda", dijo Tudor. Añadió que escuchó cinco disparos y que había unos 20 testigos, pero que solo se dieron cuenta horas después que habían oído la muerte de Marcu.

Un agente de seguridad mexicano, empleado de Energy Solutions of America, fue arrestado por el asesinato. Pero un juez, investigado por posible corrupción, liberó al hombre con el argumento que solo estaba haciendo su trabajo, defendiendo a los ocupantes del edificio.

La muerte apenas fue investigada por la policía de México, donde cerca de 33,000 personas fueron asesinadas tan sólo en 2018. De hecho, se considera que 2018 y 2019 han sido los años más violentos en la historia reciente del país.

Pero el asesinato sí parece haber sido un momento crucial para la banda de la Riviera Maya, ya que desató una guerra no sólo con la familia de Marcu y sus aliados, sino también con facciones de la policía local mexicana.

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La casa de Florian Tudor, que fue allanada en 2019, vista desde la calle. Fotografía: OCCRP

El policía mexicano
Tudor estaba ahora en el punto de mira de las autoridades mexicanas.

En mayo de 2019, la policía y la armada realizaron sendas entradas y registros tanto en el cuartel general de Top Life como en la casa de Tudor en Cancún. Él y cinco de sus colaboradores fueron detenidos, aunque poco después quedaron en libertad. Tudor denunció que el verdadero objetivo de la operación policial fue robarle joyas, arte, dinero en efectivo y material informático por valor de 2.7 millones de dólares.

Pero contraatacó rápido. Lanzó una batalla legal los meses posteriores a los registros. Presentó una petición de protección constitucional a las autoridades, argumentando que sus derechos humanos habían sido violados, así como una denuncia por corrupción contra numerosos funcionarios que participaron en los procedimientos policiales. En la posterior investigación, tres miembros de la Oficina del Fiscal General implicados en el operativo fueron cesados.

En febrero de 2020, Tudor y dos de sus colaboradores publicaron una carta abierta de dos páginas en un periódico mexicano contra el secretario de seguridad del estado de Quintana Roo, Jesús Alberto Capella Ibarra. Lo acusaron de haberlos extorsionado, de haber vulnerado sus derechos humanos y de provocarles daños psicológicos, físicos, emocionales y económicos.

Capella, el jefe de la policía, respondió a esos ataques en Twitter, denunciando “una campaña mediática perversa orquestada y financiada por intereses oscuros”. La Secretaría de Seguridad Pública de Quintana Roo afirmó que las denuncias de Tudor contra Capella eran ante todo un intento de obstruir las investigaciones en curso contra él y su organización.

Los registros no fueron el primer encontronazo de Tudor con la ley aquella primavera. Seis semanas antes, el 30 de marzo, él junto a su amigo y mano derecha, Nicolae, fueron detenidos mientras conducían por la carretera Cenotes. La policía les incautó una pistola Glock, munición y más de 25,000 dólares.

El 16 de marzo, el Tiburón organizó una rueda de prensa en su casa de Cancún en la que insistió que él es un hombre de negocios respetuoso de la ley que se había convertido en el objetivo de policías sin escrúpulos, periodistas y criminales. Sentado con un portátil, leyó en castellano toda la batería de acusaciones. 

Afirmó que conoció a Marcu y a su hermano en un restaurante en Cancún, donde ellos mismos se le presentaron y le pidieron trabajo.

Tudor sostuvo que, desde 2015, Marcu y su gente intentaron extorsionarle y chantajearle. Según el Tiburón, Marcu lo amenazó de muerte después de que rechazara de involucrar su negocio legal en una trama de tarjetas clonadas. Afirmó que Marcu no sólo le entregó información falsa a Krebs, si no que incluso le pagó para que publicara su investigación. Señaló que la historia de Krebs fue el inicio de una “campaña de difamación” que destruyó años de trabajo duro y que le llevó a perder su contrato con Multiva.

Añadió que las autoridades estaban a sueldo de la banda de Marcu, incluyendo Capella. Denunció que la policía le plantó las armas para justificar sus arrestos, que agentes amenazaron con violar a su mujer y con dejar huérfano a su hijo de seis años  - a quien le apuntaron con una pistola en la cabeza - . No entregó ninguna prueba de esas acusaciones.

En Rumanía, cinco de los principales colaboradores del Tiburón fueron arrestados y el propio Tudor está siendo investigado por el intento de asesinato de su antiguo amigo Marcu.

Marcu está enterrado en el cementerio central de Craiova, donde sus padres se acercan casi cada día con flores y velas y se sientan junto a su tumba. 

Su padre le explicó a OCCRP que vendió dos autos para reunir el dinero necesario para comprar la parcela de la sepultura y una lápida de mármol negro, donde colocó una foto de Marcu y un epitafio: “Por ti y por la vida que me desgarraron, piensa en mí de vez en cuando”.

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El equipo detrás de esta investigación:

Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP), Quinto Elemento Lab, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), RISE Project. Reporteras y reporteros: Attila Biro, Ana Poenariu, Lilia Saúl, Jonathan Wrate, Nathan Jaccard, Daniela Castro, Timea Hont, Raúl Olmos, Dan Kelly, Andrea Cárdenas, Armando Talamantes, Salvador Camarena, Guilherme Amado, Lucía Vergara, Paul Radu. Editores: Antonio Bacquero, Caroline Henshaw, Drew Sullivan, Jared Ferrie, Julia Wallace, Nathan Jaccard, Paul Radu. Fact Checkers: Birgit Brauer, Dima Stoianov, Inna Civirjic, Olena LaFoy. Ilustraciones: MEDIOTO. Promoción: Charles Turner.

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