"Le pegué (a mi tía) y de ahí llegaron los policías y me llevaron al DIF y del DIF me llevaron en una patrulla a un anexo. Yo me quise escapar y me torcieron las manos para atrás. Todo el mundo se me vino abajo. De hecho el policía me dijo que me iba a refundir el tiempo que él quisiera".

"Duré en ese anexo como dos semanas. Muy feo el anexo. Ahí comíamos tres veces al día, pero casi no comíamos. Era caldo de oso. Nada más puras zanahorias y papas con caldo. Y de cena, avena".

"Hacíamos en botes del baño, orinábamos en botes. (La cama) era una tabla nada más y una cobija. De hecho, yo cambié unos tenis, una memoria y una camisa. Los tenis me los quemaron ahí adentro".

"Un día, un muchacho que llegó nuevo, según eso para no delatarse, trae una cola de mota, me la escondió en mi ropa. Y de hecho, yo la tiré a la basura. Entonces en eso lo cacharon a él y le pegaban con el bat”.

"Pues me decían que ahí ya me iba a quedar que por golpeador y que sabe qué. Me pegan así a golpes o en las rodillas. También nos sentaban en un rincón, nos paraban ahí casi como dos horas, ahí parados de castigo porque nos peleábamos".

"De hecho metieron niños del DIF también. Eran como unos siete niños. Me contaban que ahí nos íbamos a quedar toda la vida. Entonces ya casi cuando iba a salir, cuando me iba a venir ya casi un niño me empezó a buscar pleito y nos peleamos a golpes, él y yo".

"Una vez me tocó ver a uno que le decían que El Grifo y los de ahí, los que cuidan, le encajaban una varilla en el hombro".

—En esas dos semanas ¿viste a tu familia?—

—No, no vi a nadie. De hecho los estaba mandando contactar porque a veces pasaban por ahí unos traileros al anexo y se sentaban ahí en la celda, más bien en el cuarto. Entonces ahí le dije a un trailero que le enviara un papelito, que buscara a mi mamá.—